Reflexiones / Turismo / Turismo responsable
Esta es una cuestión que probablemente se estén preguntando muchos miles de barceloneses en un mes, este de julio, en donde la avalancha de turistas por las principales calles del centro histórico es, por días, realmente digna de no pasar desapercibida, sobre todo para el que tiene que transitar por ellas normalmente. Seguro que más de uno se acuerda del publicitado nuevo Plan Estratégico de Turismo de Barcelona, que pretende atraer un turismo de mayor calidad y deslocalizar parte de los visitantes que llegan hacia barrios periféricos, para dar así un poco de aire a la saturación del casco antiguo. Creo que no existe ciudad en España, y en Europa habrá pocas, que en términos turísticos haya crecido tanto como Barcelona en tan poco tiempo. Desde que en 1992 los Juegos Olímpicos albergados en la ciudad fueran considerados como los mejores de la historia, la ciudad ha girado por completo para darle la mano al turismo, a costa a veces de perjudicar a los propios habitantes de la ciudad y ante el riesgo, cada vez mayor, de acabar muriendo de éxito.
Para comprobar los claroscuros que están acompañando el desarrollo turístico de la ciudad, este pasado sábado tuve la ocasión de acudir a una ruta por el centro de Barcelona un tanto peculiar y diferente a las otras muchas que, normalmente, se desarrollan estos días por los principales atractivos turísticos de la ciudad condal. En lugar de iglesias y museos, visitamos algunos de los hoteles y proyectos hoteleros más significativos del centro. Organizada por el Colectivo Magdalenes y la Asamblea por el derecho a la Vivienda, en colaboración con la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, hicimos seis paradas en edificios, alguno ya construidos y a pleno rendimiento. Otros que por el momento son proyectos o están pendientes de aprobación pero, la mayoría, materializados en hoteles de lujo. Por diferentes motivos y objetivos comunes, estos hoteles están en el ojo crítico de los vecinos. Proyectos que denotan oscuros intereses, políticos y económicos, que están provocando un impacto sobre el tejido social, económico y urbanístico de Barcelona.
En las diferentes etapas del itinerario se hizo hincapié en como el distrito de Ciutat Vella, el del casco antiguo de la ciudad, sigue perdiendo población y usos del espacio público, mientras que bares de moda y restaurantes de precios prohibitivos proliferan por todas partes. Además, la construcción de hoteles y apartamentos turísticos, dónde antes habitaban vecinos, ha contribuido al alza de los precios de un acceso a la vivienda cada vez más problemático y complicado. Encima, a través de algunos de estos proyectos, como el conocido Hotel del Palau, primera parada del itinerario, se va borrando el patrimonio histórico de la ciudad. Para la construcción de este establecimiento, se preveían el derribo de tres fincas que forman parte de un entorno catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sólo el encarcelamiento por corrupción de Félix Millet, ex director del Palau de la Música y promotor del proyecto, ha parado en seco la obra.
A veces, la lucha vecinal ha tenido sus efectos con proyectos de este calibre, como ha ocurrido con el caso del Hotel Magdalenes, que iba a estar en un edificio situado en la calle con el mismo nombre, propiedad de Hoteles Catalonia. Esta lucha vecinal ha hecho que, durante 4 años, vecinos, vecinas y colectivos diversos hayan llenado de vida el espacio, impidiendo que se hiciera el hotel, denunciando el acoso inmobiliario y haciendo efectivos derechos fundamentales como el acceso a una vivienda digna, a la cultura, a la libertad de movimiento y, en general, el derecho a la ciudad. Y es que, muchas veces, la voz ciudadana se erige en el único argumento que nos queda ante la incapacidad o negligencia de la Administración. ¿No se supone que velan por el interés público?
Javier Tejera
Formado en comunicación y turismo, fue en el sector turístico donde precisamente comenzó a apreciar la necesidad de un giro a la hora de viajar y practicar turismo. Considera que un viaje responsable no sólo se reduce a una adecuada práctica medioambiental, sino que debe resumir todas las habilidades que se suponen implícitas a las buenas relaciones personales, aunque no siempre es así. Tal vez resulte paradójico pensar que todo viaje debe convertirse en un intercambio social y cultural, pero... ¿por qué no intentarlo? Con experiencia profesional contrastada en medios de comunicación y en entidades públicas y privadas dentro del sector turístico, es uno de los fundadores de Ecotumismo y lleva la gestión editorial y coordinación de proyectos desde su puesta en marcha en 2009. En esta última etapa de su vida profesional ha adquirido experiencia nacional e internacional en el marco de proyectos vinculados al turismo responsable trabajando como consultor freelance a través de Ecotouristing. Además ha adquirido un notable conocimiento de la realidad actual del sector del turismo rural en España, gracias a su trabajo como responsable de comunicación y coordinación de proyectos con la Fundación Ecoagroturismo. A principios de 2013 se ha incorporado al equipo del portal de turismo temático Turinea para dar soporte en tareas de comunicación y marketing, además de desarrollar el proyecto Rutas turísticas y Paisajes Sonoros. Una innovadora iniciativa para poner en valor una red de rutas turísticas basadas en experiencias sensoriales etnográfico-culturales y ambientales, con la premisa de fomentar un tipo de turismo responsable y sostenible. Se enfatizará el carácter innovador del proyecto a través de herramientas sonoras al servicio de las nuevas tecnologías, que servirán como elemento clave de conservación cultural, como instrumento de promoción y como hilo conductor de las diferentes propuestas.
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