Como trasfondo a esta peculiar ruta turística por hoteles de Barcelona que tuve la suerte de conocer, pesaba sobre el ambiente el reciente anuncio de Turismo de Barcelona, en boca de su presidente Joan Gaspart, a la vez presidente de la cadena Husa, sobre la posible aplicación de una ecotasa turística en la ciudad. Sugería el cobro de un euro por estancia y ponía como condición que todo lo recaudado —se calcula que entre 15 y 20 millones de euros al año— se destine a publicitar la ciudad como plaza turística. El Consistorio municipal, en un punto de cordura y sin hacer ni mucho menos ascos a una nada desdeñable fuente de ingresos en época de crisis, ha matizado que le parece bien, pero que parte de lo recaudado debe revertirse directamente en la ciudad y no sólo gastarlo en campañas de promoción. Según Joan Gaspart, se necesita invertir más en promoción, por lo que deduzco que cree que las cifras de visitantes que están llegando a Barcelona todavía son inferiores a lo deseable: ¿hasta donde puede crecer la actividad turística de una ciudad que a simple vista ya parece saturada?
Menos mal que alguien piensa en la propia ciudad y sus habitantes porque, según se puede deducir del planteamiento de Gaspart, Barcelona es como un plató de cine al que se le puede ir cambiando el decorado, pero que no se ve afectado por el paso de los actores, en este caso, los turistas. En mi caso, a bote pronto, veo dos objeciones: la primera es que si la ecotasa debe ser cobrada en los hoteles, nos encontraremos con la imposibilidad de cobrarla a muchos de los turistas que llegan a Barcelona. Los datos que se manejan es que sólo en torno a un 60% de los visitantes que llegan se alojan en establecimientos hoteleros, el resto se queda en casa de amigos o familiares, así como pensiones, albergues, etc., síntomas inequívocos de una ciudad especializada en estancias cortas (city breaks). Además, lo de cobrar sólo en los hoteles supondría una desventaja competitiva para ellos, por eso suena raro que la propuesta salga de un hotelero con tanto peso e influencia como Gaspart.
Lo segundo, y más importante, es que no entiendo porqué se le denomina ecotasa. Ya sabemos que el prefijo ECO está de moda, pero si según Gaspart se reinvertirá en promoción para atraer más turistas, entonces se debería llamar promotasa más que ecotasa, a no ser que realmente se reinvierta en mejorar los servicios y las condiciones de vida de los habitantes del centro histórico que, a día de hoy, más que convivir con los turistas tienen que sufrirlos día a día. Me pregunto donde estará el límite y si es posible poner fin al crecimiento. ¿Hace falta más y más o podemos trabajar sobre la base de los millones de turistas que recibe ya Barcelona? ¿No hemos superado ya con creces la capacidad de carga de la ciudad? Por la percepción que me llega de mi día a día cotidiano, por ser uno de esos sufridores habitantes del centro de Barcelona, o se define esto cuanto antes o el modelo turístico de Barcelona corre peligro de ser un fidedigno paralelismo de la fábula de la gallina de los huevos de oro: un día acabará muriendo, en este caso de éxito.
En el turismo como en la vida, el término medio es un camino que siempre hay que tener en cuenta. No se trata de cuestionar el beneficio social y cultural de una Barcelona abierta al mundo y a un turismo sostenible y responsable, que haga por conocerla y respetarla. Un turismo de calidad evidentemente que puede generar también una innegable riqueza económica, pero el problema es que buena parte del modelo que se está siguiendo ahora mismo no fomenta precisamente este tipo de turismo. Por el contrario, se percibe cada vez más un turismo insostenible que depreda y banaliza la ciudad. Creación de trabajo y generación de riqueza a costa del agotamiento de sus atractivos turísticos y de irreparables costes sociales y culturales. ¿Este es el peaje que quieren pagar los barceloneses?
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En París hace años que cobran una tasa a los hoteles (igual que en toda Francia), dinero que va directamente al ayuntamiento para sufragar los gastos ocasionados directamente por los turistas: más polícía, limpieza, promoción, ruidos etc..