Hace pocas fechas conocimos los nombres de los cuatro ganadores del premio Tourism for Tomorrow 2010, concedido por el World Travel & Tourism Council, que fueron anunciados durante el 10º encuentro Global Travel & Tourism, celebrado recientemente en el Centro Nacional de las Artes Artísticas en Beijing, China. De las 12 finalistas, empresas y organismos tan variopintos como Emirates Hotels & Resorts, la empresa de avistamiento de ballenas Kaikoura en Nueva Zelanda, la cadena hotelera francesa Accor y la oficina de turismo de Botswana han sido coronados como los ganadores, destacando su trabajo en pro de un turismo más sostenible y el fomento de buenas prácticas en lugares tan diferentes del planeta. Dejando a un lado los objetivos de lavado de imagen que pueden tener algunas empresas, está claro que lo sostenible, más que una moda, poco a poco se va convirtiendo en una realidad. En cualquier caso, nos conviene a todos tener claro cuáles son los parámetros en torno a los que debe girar la sostenibilidad dentro de toda actividad turística que se precie.
El turismo sostenible va en aumento: la demanda de parte de consumidores está creciendo, los proveedores de servicios turísticos están desarrollando programas verdes y los gobiernos están estableciendo nuevas políticas para incentivar las prácticas sostenibles en el turismo. Pero, ¿qué quiere decir “turismo sostenible”? ¿Cómo puede medirse y demostrarse con credibilidad para fomentar la confianza del consumidor, promover su eficiencia y combatir las aseveraciones falsas? La Alianza para los Criterios Globales de Turismo Sostenible (Alianza GSTC, por sus siglas en inglés) es una coalición de de más de 40 organizaciones y empresas trabajando juntas para llegar a una definición común del turismo sostenible y para promover la adopción de sus principios universales.
La iniciativa fue tomada por Rainforest Alliance, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Fundación de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Turismo (OMT). La Alianza GSTC presento los Criterios Globales de Turismo Sostenible en el Congreso Mundial de la Naturaleza, en octubre de 2008. Estos criterios representan los principios mínimos de sostenibilidad a los que una empresa turística debe aspirar para proteger y conservar los recursos naturales y culturales del mundo, con tiempo para asegurar que el turismo cumpla con su potencial como herramienta para aliviar la pobreza.
Los criterios se organizan alrededor de cuatro temas principales: la planificación eficaz para la sostenibilidad, la maximización de los beneficios sociales y económicos para la comunidad local, el mejoramiento del patrimonio cultural y la reducción de los impactos negativos sobre el ambiente. Aunque los criterios se orientan inicialmente para el uso por parte del sector hotelero y los operadores turísticos, los parámetros tienen aplicabilidad en toda la industria turística. Para consultar (en inglés) el listado completo de temas y criterios, puedes pinchar AQUÍ.
Estos parámetros marcan la actividad de empresas y compañías por todo el mundo. En España, un grupo de profesionales se ha unido para crear Planeta Sostenible, una plataforma de referencia en actividades de representación, promoción y ayuda a la comercialización de alojamientos e iniciativas sostenibles turísticas, tanto nacionales como internacionales. Parten de una premisa básica: el turismo sostenible como única opción de presente y futuro del sector turístico. Su objetivo es fomentar alojamientos que minimicen el daño ambiental, pero también el impacto sociocultural, maximizando a su vez el beneficio económico de la población local.
Su selección de hoteles está hecha con sumo cuidado, está avalada por certificaciones reconocidas y, en la actualidad, ofrece establecimientos con estos parámetros localizados en países como Costa Rica, Ecuador o Guatemala. Planeta Sostenible es un ejemplo de que un cambio de conciencia se está empezando a palpar dentro de la oferta y del sector turístico, pero hay mucho más. El ideal es saber discernir y distinguir entre lo que queda englobado dentro del concepto y lo que no y, en última instancia, debe ser el propio consumidor el que tenga claro que cuestiones debe tener en cuenta para considerar a una empresa o destino como turísticamente sostenible. Reducir el impacto económico, cultural, social y medioambiental son premisas básicas, pero también el que exista una implicación y reparto de beneficios con las comunidades locales que acogen y, en muchos casos, “sufren” a los turistas y que exista una cierta vocación de formar y educar al viajero, para que viva sus vacaciones desde la óptica del respeto y la integración con el lugar que visita. Esa es la clave.
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