En torno a esta idea del despilfarro imperante en la sociedad, Petrini hizo una primera exposición de las cuestiones que, debido al ritmo de vida capitalista de hoy en día y, sobre todo, a los excedentes de producción de la industria agroalimentaria, se convertirán en serios problemas para todos en menos de lo que creemos.
- Debido a la producción intensiva de la tierra y el abuso de pesticidas, el humus se pierde cada vez más y con él, la fertilidad del suelo
- Todo el mundo habla del descenso de las reservas de petróleo pero casi nadie se acuerdo del serio problema que puede suponernos la falta de agua a corto plazo. No cabe duda que la contaminación está acabando con el ciclo natural del líquido elemento en muchas partes del planeta.
- Pero el problema más dramático de todos es la total y paulatina destrucción de la vida campesina en pro de la vida urbana. Según Petrini, en Italia sólo el 30% de la población vive en el campo y más de la mitad de estas personas tienen más de 60 años, así que no prueben a hacer una pirámide de población con estos datos porque, más que una pirámide, el resultado va a ser un monolito…
La principal razón para el devenir de esta situación ha sido, en palabras del fundador del Movimiento Slow Food, que «en los últimos 50 años hemos confundido el valor por el precio, hasta el punto de que la comida en sí ya no tiene valor, sólo tiene un precio» Y al hilo de esta afirmación, dejó caer una reflexión: ¿qué nos dirían nuestros bisabuelos si vieran cómo comemos y la calidad de los alimentos que ingerimos? Probablemente más de uno se llevaría las manos a la cabeza con incongruencias como los tomates rojo pasión que no saben a nada o las fresas que podemos comprar sin problema en pleno invierno…
Es la consecuencia de los transgénicos y la agroquímica, un mal endémico de nuestros tiempos que azota a unos más que a otros… Y es que no sé si saben que España es el principal productor de transgénicos de la UE. La mayor parte de estos productos cultivados en España (sobretodo maíz y soja) llevan la modificación Bt 176, que supone a los alimentos se les ha añadido el gen de una bacteria tóxica que repele a insectos. Pero, por ejemplo, pone en riesgo a muchas especies protegidas, muchas de ellas insectos fundamentales para la polinización de plantas. Eso sin hablar de la acumulación de toxinas del gen en los suelos, que aniquilan por igual a larvas y gusanos, así como a componentes necesarios para la formación de humus y, en definitiva, de la fertilidad y el ciclo de la vida.
¿Y todo para qué? Pues para aumentar la producción, engordar nuestro Estado de Bienestar y cortar de un plumazo la selección natural de todo ser vivo que se precie. Nos guste o no, la naturaleza es sabia y solo sobreviven las semillas que mejor se adaptan a unas determinadas condiciones y no las que más cantidades produzcan, sea lo que sea y esté donde esté.
Esto nos ha llevado a una consecuencia nefasta. Para producir algo, lo que sea, a un precio barato, se emplea y consume el doble o triple de energía de lo que realmente se necesita… ¿o es que a alguien no le quedan dudas de que las hamburguesas del McDonald’s a 1€ no conllevan ninguna consecuencia? O lo que es peor, ¿alguien cree que a ese precio puede comer una hamburguesa con unos mínimos parámetros nutricionales? Aquí tenemos un claro ejemplo de que el precio se impone al valor que tiene realmente la comida…
Por tanto, según Carlo Petrini, la crisis que atravesamos no es sólo financiera, sino también medioambiental y energética. Una crisis, en definitiva, que conllevara una salida, un modelo, diferente a lo que hemos vivido y desarrollado en las últimas décadas. En la teoría suena fácil, pero… ¿realmente qué podemos hacer cada uno de nosotros al respecto? ¿Quedarnos de brazos cruzados? Desde luego que no… Slow Food y Terra Madre promueven un nuevo paradigma de consumo, más realista y mejor, que refuerce la identidad de los pueblos, reconstruyendo el concepto de comunidad y que luche contra este desperdicio y consumismo desmesurado que nos invade por todos lados… ¿Cómo? ¡Mañana más!
[…] por quitarnos de la cabeza que la prisa es la mejor compañera de viaje en la vida. Su variante Slow Food lucha por la supervivencia de la biodiversidad alimentaria mundial y por la producción ecológica […]