En compañía de Dgibril estos días hemos visitado la aldea de Dande, situada en la meseta que se extiende en lo alto de la montaña. Aquí no hay electricidad y el agua la obtienen de uno de los ríos que pasa cerca y que da lugar a la cascada de Dande, una caída impresionante de agua que ha esculpido caprichosas formas en la piedra y en donde ahora se puede practicar rappel. Cercana al pueblo hay una enorme cavidad esculpida en la piedra que da forma a la famosa gruta de Dande, origen de la extracción de tierra que servía de pólvora al Rey de Guinea en el siglo XIX, en su afán por islamizar toda esta región del África occidental. Por si fuera poco, a tan sólo 30 minutos en trekking de Dande, hemos conocido unas espectaculares formaciones rocosas que constituyen un mirador de lujo de toda la meseta. Sin duda, los dientes de Dande son el lugar perfecto para aislarte, sentarte a pensar y contemplar el paisaje, reflexionando sobre muchos de los hábitos que llevamos en la sociedad “moderna” en la que estamos inmersos.
Ayer martes hemos caminado bastante más. Después de volver a subir la montaña que rodea Dindefelo, nos dirigimos a Nandumary, una aldea a apenas unos kilómetros de la frontera de Guinea Conakry. Allí pudimos apreciar la famosa “poterie” o artesanía local que elabora una de las familias del pueblo que, generación tras generación, ha seguido la tradición. A continuación recorrimos seis kilómetros para llegar a la población de Affia y visitar allí el nacimiento de otra espectacular cascada, de unos 70 metros de caída. En la parte anterior se forma además una piscina natural perfecta para que los más atrevidos se den un baño. Nosotros optamos por comer allí, al costado de la piscina y disfrutar de una estupenda siesta española marca de la casa.
Durante el transcurso del día, continuamos charlando con Dgribil sobre las posibilidades ecoturísticas que se abren en la zona con la Reserva Natural de Dindefelo. Dgribil pertenece al Consejo Rural de la región y, por tanto, su visión de las cosas está bastante capacitada. Como todo comienzo, al principio las cosas no fueron fáciles. Hubo mucha gente que se opuso a la declaración de la Reserva, ya que otras experiencias anteriores en el país no habían satisfecho a la población y no se sabía muy bien que iba a pasar en esta ocasión. Además, la declaración de un espacio protegido conlleva una serie de normas y protocolos de actuación y eso, para alguien local acostumbrado a actuar, cultivar y trabajar según sus propias normas, no siempre es fácil.
En cualquier caso, superadas las reticencias iniciales, lo cierto es que los chimpancés no son los únicos que pueden aprovechar un entorno natural óptimo como este. La labor de concienciación y educación de la población está dando sus frutos y hoy nadie parece dudar de que la Reserva Natural Comunitaria de Dindefelo puede generar beneficios para toda la comunidad local, cuidando y conservando el entorno natural donde se asienta. Y lo cierto es que esta belleza medioambiental, unida a la diversidad de culturas que hay en toda esta zona de Senegal, cuenta con un tremendo potencial de atracción turística. Bien regulado y encauzado, puede suponer una oportunidad para que sus habitantes mejoren su nivel y calidad de vida.
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