Que el turismo tradicional de masas refuerza los estereotipos es algo que queda fuera de toda duda. En la mayoría de casos, los destinos y los lugares que visitamos se han convertido en productos hechos a la medida de lo que busca el viajero, empujado a su vez por motivaciones creadas en torno a estos productos prefabricados. Algo así como un círculo vicioso, en donde los estereotipos se refuerzan en tres vertientes: las agencias y tour operadores, que buscan atraer a la mayor cantidad de turistas posible; los propios turistas, que no se molestan en integrarse y descubrir la realidad del destino en el que se encuentran; y por último la propia población local que, bien por imposición o bien por necesidad, acaban asumiendo ciertos comportamientos y costumbres como propias.
Hace unos días estuve en la presentación de un libro de viajes en la librería Altaïr de Barcelona. En el debate posterior, el autor incidió en el cambio de percepción que tiene con respecto a Marruecos, tras más de 20 años yendo allí. Durante años reforzó la idea de que los marroquíes son gente hospitalaria, que siempre lo acogieron como uno más de la familia. Desde hace unos años, debido al incipiente turismo de masas en muchas zonas del país, esta percepción ha cambiado: ya poca gente actúa sin pedir nada a cambio y hay una gran proliferación de personas, sobre todo niños, persiguiendo y pidiendo limosna a los turistas.
¿La razón? El fomento de un turismo de lujo residencial por el propio gobierno marroquí, que contrasta con la realidad de esas personas que piden limosna, es con toda probabilidad el responsable de ese cambio de percepción. ¿Cómo cambiar la percepción de los estereotipos cuando son los propios destinos los que se venden como tales? Todavía resuena la reciente campaña de Visit Denmark en la que una madre soltera posaba con su hijo en brazos buscando al padre, un turista que se había ido dejándola encinta después de una noche loca. Un gran ejemplo de como una entidad pública promociona el turismo de un país, a costa de explotar el estereotipo de sus mujeres y de vender al país como paraíso sexual.
Tuareg Viajes y El Corte Inglés, a través de los folletos que adjunto al final, lo que buscan es vender la idea preconcebida que tiene la mayoría de la gente sobre esos países. Las fotos que se incluyen en ellos, sin dejar de ser reales, ínciden en la parte de la realidad más conocida y que más nos suena de esos lugres. Aunque, en cualquier caso, creo que la verdadera realidad social y cultural de un destino sólo se puede conocer si visitas el lugar en cuestión y lo haces con una actitud de enriquecimiento e integración con el entorno. Sólo así se consigue un criterio propio para romper con los estereotipos creados.