Una vez que has visitado África por primera vez, el poder de atracción que sientes por volver resulta tentador. Esta sensación es algo de lo que me habían hablado en más de una ocasión, aunque una cosa es que te lo cuenten y otra es vivirlo en primera persona. No estoy muy seguro del motivo exacto que se esconde detrás, aunque probablemente se trate de un poco de todo: el cariño y el carácter amable y amistoso de la gente («la taranga»), la autenticidad y el colorido de las ciudades y paisajes, la simplicidad y la rentabilidad de las cosas… aquí hay tanto por hacer y recibir que probablemente siempre te quedarás con la sensación de que tu estancia se ha quedado corta. Tal vez por eso no hemos dudado en repetir visita a Senegal, por invitación del Instituto Jane Goodall (IJG), con la intención de seguir aportando nuestra ayuda al proyecto de conservación medioambiental y ecoturismo que esta entidad tiene en la región de Kedougou y, por supuesto, para terminar de conocer a fondo el país. Si tienes ocasión, a veces vale la pena más centrarte en aprender la realidad de un solo país con varias estancias largas, que no viajar a varios durante períodos más cortos. Al fin y al cabo, la responsabilidad a la hora de viajar no sólo radica en minimizar tu impacto, sino en integrarte y conocer la situación del lugar que visitas. Y cuando se trata de África, más que para ver cosas, se viaja para vivir cosas.
Al revés que con nuestra primera estancia, esta vez hemos optado por visitar primero otras regiones de Senegal, antes de dirigirnos a la región de Kedougou, para establecernos durante tres semanas en el cuartel general del IJG en Dindefelo. Esperábamos con ansiedad el reencuentro con África y Senegal, más si cabe porque aquí han tenido lugar algunos acontecimientos en los últimos meses que guardan un cierto paralelismo con España. En Senegal se ha desarrollado un particular 15M en contra de un intento de reforma de la ley electoral del actual presidente, el octogenario Abdoulaye Wade. Eso si, las manifestaciones adquirieron tintes de revueltas y, en medio de un clima muy enrarecido, el ejército incluso llegó a salir a las calles de Dakar. En los motivos de tanto malestar repararé más adelante, aunque las promesas incumplidas de Wade en los últimos años tienen mucho que ver. La cuestión es que la ley finalmente no se tramitó y el panorama de cara a las próximas presidenciales en febrero de 2012 se presenta incierto. Probablemente, sean una de las elecciones más decisivas a las que se enfrenta Senegal desde su independencia de Francia en los años 60.
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