“Convertir un antiguo molino en restaurante o una finca abandonada en recinto de deportes de aventura es posible. Pero todavía es más fácil si aprovecha las subvenciones europeas, de la Administración central o de las comunidades autónomas. Ser empresario de un negocio de turismo rural puede ser hasta divertido. Casi todo vale: desde la hostelería hasta un campamento infantil o un simple lugar de observación de flora y fauna. Pero debe estar atento a las diferentes legislaciones de cada comunidad autónoma y observar la que a usted le afecte. Antes de nada es preciso acudir a la Dirección General de Turismo de su propia comunidad autónoma. Allí le informarán de todas las ayudas establecidas y de los trámites que tendrá que cumplir para acceder a ellas. (…)” Esto no se trata de ninguna broma. El texto entrecomillado, como se podrán imaginar, no ha sido publicado estos días, sino que se corresponde a un artículo del 27 de octubre de 1996 en el suplemento Su Dinero del periódico El Mundo. Lo que si viene a ejemplificar son los años de excesos y del ‘todo vale’ que ha asolado al sector del turismo rural en España, particularmente en la década de los 90 y principios del nuevo siglo. El mismo sector que se encuentra ahora en una crisis de difícil salida, con una proliferación de casas rurales y negocios que se enfrentan a un embudo por el que difícilmente podrán pasar todos. ¿Los motivos? Sólo hay que leerse este artículo para comprender el porqué de las cosas…
España no se ha caracterizado, al menos en las últimas décadas, por ser un país de emprendedores. Al menos en el sentido literal de la palabra: gente que desarrolla una idea de negocio, con sus riesgos e implicaciones y que puede o no convertirse en un empresario de mayor o menor éxito. Sin ir más lejos, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) dice que un emprendedor es el “que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas”. Por el contrario, en España se ha llevado más el emprendedor sin dificultades, al que le dan todo hecho. Eso, al menos, en los años de bonanza en donde todo valió y en donde nada se midió. Hoy en día ser un emprendedor es casi ser un héroe pero, en el caso concreto del turismo rural, durante años se promovieron subvenciones y ayudas por doquier, con la excusa populista del desarrollo rural y de la recuperación de zonas despobladas y deprimidas. Muchos aprovechados se pusieron la careta de emprendedores y probablemente muchos emprendedores se quedaron con cara de tontos, sin subvención, ayuda y sin nada.
Leído hoy en día, el artículo publicado quince años atrás en 1996 en El Mundo es sintomático y nos da una idea de ciertos procesos. Me recuerda a un folleto de ofertas y promociones del Alcampo o Carrefour. Le falta añadir algo así como ‘pásese por el pasillo del Ministerio de Industria y Turismo y aprovéchese de la línea directa de fondos Leader para renovarle la cara a la casa abandonada de sus tatarabuelos en el campo’. A veces la realidad supera la ficción, porque lo que si dice son cosas como “las ayudas existentes son muy variadas. La financiación, dependiendo de cada programa, procede de la Unión Europea, la Administración central, las comunidades y los ayuntamientos”. Por cierto, la administración central, las comunidades y los ayuntamientos son los mismos que ahora no tienen ni donde caerse muertos, muchos de los cuáles están comenzando a entrar en suspensión de pagos. Antes, los procedimientos eran otros y donde ahora no hay ni para pagar a acreedores o funcionarios, antes se daba con poco o ningún control.
El problema es que este tipo de lluvias de ayudas y financiación le han hecho mucho daño al turismo rural. Durante las últimas dos o tres décadas, el desarrollo del sector ha tendido hacia las normativas y regulaciones aplicadas únicamente al alojamiento, que es lo que se ha promovido precisamente con estas subvenciones. La ruralidad en sí, la verdadera esencia del medio rural en forma de actividades tradicionales y modos de vida en torno a la agricultura, la ganadería, la artesanía o tantos otros oficios, directamente se ha dejado de lado. Tal y como se apuntó en la mesa redonda sobre Ecoturismo Rural que organizamos el lunes pasado en Barcelona, el turismo rural ha de ser una forma de complementariedad y diversificación económica de todas estas cuestiones. No se puede afrontar una sustitución de todas estas actividades desde una óptica catastrofista, como si el turismo fuese la solución a todos los males de la gente que vive en el campo.
El paso del sector primario al de servicios no debe ser un tránsito unidireccional, sino algo totalmente complementario. No debemos pensar en que la gente vive deprimida en los pueblos y en las zonas rurales de interior de este país y que necesitan nuevos alicientes, económicos y vitales. Por el contrario, la calidad de vida que se tiene en el campo es muy difícil alcanzarla en las ciudades y esa esencia debe ser el pilar en el que sustente toda actividad turística en el medio rural, dando valor a este estilo de vida y atrayendo a visitantes interesados en experimentarla en primera persona. Turismo experiencial y vivencial, pero sin entrar en espectáculos circenses. Que sea el turista el que se adapte a los tiempos y a las formas de hacer las cosas en el mundo rural, no adaptemos las cosas a sus usos y costumbres porque entonces estaremos cometiendo los mismos errores que en el pasado.
Os dejamos con el enlace del artículo completo, a ver si lo tomamos con un ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas: Conviértase en Empresario de Turismo Rural – El Mundo 27 de octubre de 1996
¡Ay, la memoria histórica!
Como el Mundo ya había conseguido meter en la Moncloa a Aznar en Marzo del 96, en Octubre a fomentar la burbuja inmobiliaria en el medio rural…y paralelamente a sacarse de la manga ese primer gobierno de Aznar la Q de Calidad para justificar el frenesí inversionista…de aquellos polvos, estos lodos…Y ahora, ¿qué nos aportará la niña de Rajoy?
Totalmente deacuerdo con el articulo, mucha verdad hay en estas líneas. Ser emprendedor en estos tiempos es cada vez mas difícil. Ojalá que se cambie poco a poco la idea general sobre turismo rural que creo que esta mal entendida y debería de ir mas por el medio de vida rural en los pueblos.