La excesiva dependencia energética del exterior para obtener alimentos, especialmente en las ciudades, nos está llevando hacia un embudo de difícil salida. Si atendemos a todos los indicadores que señalan que estamos en el pico de producción del petróleo, ese oro negro mágico que ha acelerado todo nuestros entorno en los últimos 60 años, ¿qué ocurrirá cuando esa dependencia se convierta en carencia? Una isla como Mallorca, en donde resido en la actualidad, importa el 88% de la energía, el 80% de la actividad económica y más del 90% de los alimentos que se consumen. Hace tan sólo medio siglo, la proporción era justo la contraria, con una sociedad eminentemente payesa que cuidaba y custodiaba un territorio mucho más rico, fértil y rural de lo que gente de fuera (e incluso de la propia isla) piensa. La situación en otros territorios no es mucho mejor, sin ir más lejos en Tenerife, de donde soy, el campo ha dejado de ser una prioridad. En territorios insulares como estos la dependencia del exterior se acrecienta y la realidad comienza a apremiar, a la búsqueda de soluciones que nos permitan encarar el futuro de una forma más autosuficiente. ¿Cómo podemos hacerlo? Los huertos urbanos son un primer paso sencillo, fácil y alcance de todos. Hay muchos argumentos, aquí os damos sólo cuatro.
1. Un huerto urbano no requiere de un espacio grande, ni de una amplia terraza. Lo más necesario es tener un sitio donde disponer de, al menos, unos 30 litros de sustrato repartidos en superficie. En esta cantidad de “tierra” podemos plantar casi cualquier tipo de hortaliza. En la actualidad, son muchas las soluciones adaptadas incluso a balcones pequeños, con macetas y huertos verticales.
2. Compensaremos la huella ecológica que emitimos en nuestro hogar por la calefacción, electrodomésticos o aire acondicionado con el cultivo de plantas, que además nos dan productos frescos de temporada y que no emiten CO2 con transportes ya que los cultivamos en casa.
3. Calidad de vida. El horticultivo urbano engancha. En las ciudades se lleva un ritmo de vida frenético, que requiere de pausas y de momentos de conexión para no sumergirte en una vorágine insana. ¿Qué mejor que dedicarle un rato de tiempo a regar, cuidar de plantas, regular la temperatura de la tierra o a planificarte un calendario de siembra? Tu mente lo agradecerá y, cuidado, el día en que cortes una lechuga o recojas tus primeras cebolletas o rábanos y te hagas un plato directamente de la huerta a tu mesa… ¡la sensación de placer te creará una necesidad de repetir cuánto antes!
4. Otro de los grandes problemas que se generan en las ciudades son los residuos. Con el horticultivo urbano se te abre un mundo de posibilidades para reciclar residuos orgánicos elaborando tu propio compost en casa o reutilizando residuos inorgánicos para hacer macetas sin ir más lejos. Una opción muy recomendable es adquirir un vermicompostador Lombribox, un compostador de ciudad cuyo funcionamiento requiere de la acción de las lombrices rojas californianas (Eisenia foetida). Está fabricado en su totalidad a partir de plásticos reciclados y sus dimensiones permiten ubicarlo en espacios reducidos, balcones o terrazas de pisos. El abono que producen estas lombrices es lo más parecido al oro en lo que a fertilidad de la tierra se refiere. Tus verduras y hortalizas crecerás sanas y sabrosas.
En cualquier ciudad hay talleres, empresas y oferta formativa para aprender a montar un huerto en tu casa y comenzar con pequeños gestos a cambiar nuestra dependencia del exterior. ¡Prueba y verás!
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Que bien tu articulo estare encantado de colaborar con ecotumismo, me parece que tenemos muchos puntos en comun, «adelante»
Felicidades por tu huerto en el tejado de palma
Me encantó esta página, quiero tener contacto con ustedes, soy de México, elaboro composta casera a partir de los residuos que generamos en casa y tengo un pequeño vermicompostador.
También estoy a favor de no generan tanta basura, los plásticos y latas las junto para donarlas a la construcción de una parroquia (ellos las venden).
Hago lo humanamente posible para contribuir a la no destrucción del medio ambiente, estoy en ese proceso.