Estamos en una semana clave para saber hacia donde evolucionaremos en los próximos años en el planeta en el que vivimos. Se celebra la Cumbre de Copenhague y las perspectivas de alcanzar un acuerdo global para reducir las emisiones de CO2 no son nada halagüeñas. Pese a quién le pese, el cambio climático es un hecho más que constatado y hacen falta medidas urgentes para combatirlo. Los seres humanos hemos roto el orden normal de las cosas y el perfecto equilibrio de los ecosistemas y, como prueba irrefutable, sólo hace falta observar la enorme transformación que han sufrido los territorios costeros en el último siglo, no sólo en España sino en todo el mundo. El binomio turismo-construcción tiene buena culpa de ello.
El domingo se ha publicado un artículo en El Periódico de Catalunya bastante demoledor. En él se hace hincapié en la brutal transformación urbanística que ha sufrido la costa en especial en los últimos 50-60 años. Municipios que antaño no tenían apenas capacidad para generar riqueza, de pronto dieron con la tecla de la gallina de los huevos de oro del turismo, para comenzar a construir y a cambiar su fachada para siempre, a imagen y semejanza de lo que busca el visitante. Las imágenes que acompañan el reportaje son más que ilustrativas.
LA MANGA DEL MAR MENOR (MURCIA)
Hay un dato que me ha dejado directamente con la boca abierta. Entre 2000 y 2005 se ha construido en España el 25% del total de los últimos 2000 años. Muchos lo achacan al progreso y tecnologías que antes sólo quedaban en el imaginario colectivo. Incluso, se puede entrar en batallas políticas y echarle en cara la liberalización del suelo que promulgó el Gobierno de Aznar y que supuso un despegue económico municipal sin precedentes en nuestro país, pero a costa de cargarnos el territorio. Pero su puede lanzar una reflexión aún más profunda: ¿quiénes nos hemos creído nosotros para reventar así unos paisajes, unos ecosistemas y unos lugares que llevaban ahí cientos de miles de años antes de que apareciéramos?
BENIDORM (COMUNIDAD VALENCIANA)
Todo, absolutamente todo, está enlazado y en perfecto equilibrio. Todo depende del todo e incluso los más diminutos seres vivos forman parte de un conjunto que se retroalimenta y que hace que en el Planeta Tierra se den unas condiciones para la vida que son, realmente, un caso más que extraordinario. ¿Cuánto tiempo más podremos prolongar esta situación en la que tomamos los recursos del planeta como si estuviesen en la despensa de nuestra cocina?
SALOU (CATALUÑA)
La cuestión es que el respeto al medioambiente no debe estar reñido con el progreso. El turismo, en este caso, no puede mirarse como el enemigo sino como una forma de obtener una vida mejor. Se trata de alcanzar un término medio, en el que la actividad turística sea sostenible desde el punto de visto social, económico, medioambiental y social. Lo que no cabe son modelos colonizadores y destructores, y para muestras varios botones: la imagen de la manga del Mar menor es sobrecogedora, por no hablar de Benidorm, lugar del que hemos hablado ya en ECOTUMISMO. De verdad, ¿alguien puede ver esa imagen y vender estos destinos como sostenibles?
Si continuamos corriendo para adelante sin pararnos a reflexionar, si continuamos mirando hacia otro lado o enterrando la cabeza en la tierra como los avestruces, tendremos los días contados. Se puede comenzar con pequeños gestos si… pero también con grandes gestos, comenzando por la Cumbre de Copenhague y siguiendo por los planes estratégicos en términos turísticos que van a llevar a cabo muchos de estos municipios costeros. Hace falta un cambio de modelo urgente, no se puede esperar más.
DESCARGAR EL ARTÍCULO COMPLETO ‘SALVEMOS LA COSTA’ (El Periódico de Catalunya, 6/12/2009)