La erupción volcánica de El Hierro ha sido declarada oficialmente por concluida. Prestos a dinamizar la maltrecha situación de una isla mundialmente reconocida por su valor medioambiental y por sus incomparables fondos marinos, ideales para la práctica del submarinismo, el nuevo ministro de Industria, Turismo y Comercio anunció ayer un plan de actuación urgente aprobado por el Gobierno. Así se lo ha explicado José Manuel Soria a los empresarios herreños, dando a conocer medidas para la promoción del turismo, la dinamización industrial, empresarial y el impulso a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la isla. Más allá de la noticia que, mediáticamente, más éxito ha tenido, la de convertir a El Hierro en la primera isla free wifi, resulta más interesante la opción de convertirse en laboratorio mundial para autonomía energética renovable de islas de escala similar. No en vano, antes de la erupción, El Hierro ya se postulaba para ser una isla completamente autosuficiente y pionera en este sentido en España y Europa. En cualquier caso, en mi opinión los focos se han desviado hacia unas declaraciones que, por ser las primeras en este sentido, merecen la pena ser destacadas. La nueva consejera de Empleo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, Margarita Ramos, ha puesto en duda que mantener cifras de turistas de doce millones anuales sea sostenible para el archipiélago y planteó la posibilidad de establecer «un techo» a esta cifra.
El paro en Canarias hace tiempo que superó el 30% y, de hecho, es la segunda región con mayor tasa de desempleados de la Unión Europea, sólo superada por el departamento francés de ultramar de Reunión. Margarita Ramos llegó al Gobierno con la difícil papeleta de cambiar esta tendencia y poco a poco va demostrando que no es una política cualquiera… Fue nombrada a petición del PSOE, socio de gobierno de Coalición Canaria, pero no tiene carnet de militante ni afiliada con ningún partido. Su valía como catedrática de Derecho del Trabajo por la Universidad de La Laguna (ULL) parece su aval. Es vocal del Consejo Económico y Social (CES) a nivel estatal y ha sido reconocida por sus investigaciones sobre trabajos, políticas de empleo y los derechos de los extranjeros. Sus líneas de trabajo en los meses que lleva en el cargo pasan por diseñar una estrategia de formación y empleo que, a largo plazo, mejore el nivel de cualificación de los canarios.
Para ello se preparan ya actuaciones en el ámbito de la dinamización de la industria, del comercio y del progreso en la implantación de las energías renovables. La diversificación del modelo productivo, según declaraciones de Margarita Ramos, pasa no sólo por la industria, la energía o el comercio, sino también inevitablemente por el turismo, principal motor económico de Canarias y único sector que aguanta el tipo frente a los designios de la crisis. En esta línea, Ramos ha planteado algo inédito hasta ahora dentro del sector y de la clase política canaria: establecer un techo de sostenibilidad para el turismo en Canarias, apostando por una diversificación hacia una apuesta que atraiga menos turistas pero de más calidad, en torno a ámbitos científicos, culturales, deportivos o de naturaleza, dando valor al ocio que se venda en las islas.
La ecuación es sencilla y a muchos de nosotros no nos tiene que convencer de nada porque creemos firmemente que ese debe ser el camino para el turismo en Canarias. El problema es que se dará de frente con la voz unánime que ve el crecimiento y el aumento del número de visitantes como símbolo del mal llamado progreso. Con todos esos hoteleros que, de una u otra forma, tienen que llegar las plazas hoteleras y extrahoteleras de las islas. Margarita Ramos se pregunta si los doce millones de turistas que llegan anualmente a Canarias son una cifra sostenible, teniendo en cuenta el volumen de agua y electricidad que se precisa y los residuos que se generan. Si las Islas Canarias superaron los 12 millones de turistas durante 2011 y cuenta con 2.118.519 habitantes, esto significa que por cada habitante local hay 5,6 turistas. Si a eso añadimos que un turista puede llegar a consumir hasta 7 u 8 veces más recursos como el agua o la energía, en el caso de modelos masivos y poco respetuosos, ¿no merece la pena tener en cuenta el planteamiento de la consejera? Las respuestas clamando al cielo no se han hecho esperar y el debate está servido…
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