El pasado día 27 de septiembre, con motivo del Día Mundial del Turismo, tuve la oportunidad de participar como ponente en una de las mesas redondas dedicadas al Turismo y la Sostenibilidad energética como propulsores del desarrollo sostenible, en la facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica de Montevideo, en la República Oriental del Uruguay. La parte inicial del evento estuvo protagonizada por directores de Turismo de los diferentes departamentos del país, analizando desde la perspectiva política, la realidad contemporánea turística en sus áreas de responsabilidad. El segundo panel estuvo compuesto por técnicos que hablamos del significado y la importancia de mantener en equilibrio los pilares sobre los cuales se sustenta el turismo responsable dentro del marco de lo entendido como desarrollo sostenible. Fue una grata sorpresa comprobar que los panelistas técnicos (docentes en materias tan variadas como economía, arquitectura, ingeniería, empresariales y turismo) estábamos en sintonizadas líneas de trabajo y que la audiencia era receptiva a cuánto teníamos que contar en pro de un turismo más justo, solidario, inclusivo y respetuoso.
Lo cierto es que el país, que vive una etapa temprana en el desarrollo de su industria turística (salvo en destinos puntuales y consolidados como Punta del Este; debate aparte), cuenta con un alentador Plan Nacional de Turismo Sostenible. Mi conocimiento de la región es aún demasiado escueto como para valorar en qué grado se está materializando dicho plan de desarrollo. No obstante y más allá del papel, es manifiestamente palpable que la sustentabilidad traspasa hoy en el Uruguay las fronteras del debate, para representar una premisa básica sobre la cual se pretende construir y desarrollar una industria.
Una vez más, países no comprendidos en lo entendido como “primer mundo”, nos aleccionan en lo ético apuntando a modelos de desarrollo coherentes, carentes de ambiciones cortoplacistas y pensados para el bienestar de las personas y del medio, garantizando la subsistencia de las generaciones que aún están por llegar. Ya sólo queda cruzar los dedos y esperar con optimismo que, en el camino, las líneas de actuación lejos de desvirtuarse, se fortalezcan y consoliden.