(Foto: La Vanguardia) La semana pasada, algunas de las principales calles del centro de Barcelona amanecieron con estas misteriosas pintadas en el suelo. Unas líneas de separación de dos carriles destinados a turistas, por un lado, y barceloneses por otro. La anónima acción, de la que no se ha conocido autoría hasta la fecha, es similar a otra que tuvo lugar en Nueva York hace ya casi tres semanas. Probablemente haya alguna conexión entre ambas, al menos las ganas de atraer para Barcelona la misma reivindicación: la siempre difícil y complicada convivencia entre el sector turístico y los vecinos y comerciantes de los centros históricos de las grandes ciudades.
Las pintadas, como quién dice, duraron dos telediarios y antes de que la cosa fuera a mayores, al igual que en Nueva York, fueron borradas del mapa. Tanto desde el Consistorio municipal, como desde Turisme de Barcelona, en boca de Joan Gaspart, su presidente, se quitó hierro al asunto. Este quiso recalcar que la ciudad espera un aumento de visitantes de un 12-15% para finales de año y que se está trabajando firmemente en la integración de turistas con el ritmo diario de los habitantes locales. Como siempre, las cifras por delante, que es lo que parece más importante una vez más… Por el contrario, desde algunas asociaciones vecinales como la Asociación de Vecinos del Casc Antic se aplaudió la iniciativa afirmando que el Plan Estratégico de Turismo de la ciudad de Barcelona, presentado hace unos meses y cuyo eje principal era la descongestión turística del centro, se ha quedado de momento en buenas intenciones.
Sea como sea, bromas aparte o ganas de copiar la acción de Nueva York, la cuestión es que una vez más ha salido a escena el debate sobre los términos en los que el desarrollo del turismo afecta a un determinado destino. La cuestión es que dicha conciliación resulta muy complicada de llevar a buen término, al menos con las cifras de turistas que se están manejando por la ciudad condal. Ahora que el buen tiempo parece haberse instalado definitivamente, son muchos, muchísimos los turistas que copan las principales arterias, playas y rincones de la ciudad de Barcelona, sobre todo del centro histórico. Todo parece más hecho a la medida del que llega, que del que vive aquí… y está claro que las molestias se multiplican y terminan por sacar de quicio a más de uno.
La pena es no saber quién está detrás de la acción de Barcelona. Al menos la de Nueva York está documentada y reivindicada por un grupo cuyo nombre es Improv Everywhere. Está formado por “agentes” (actúan en secreto) que realizan bromas o que provocan situaciones desconcertantes (pero nunca dañinas) en lugares públicos. En este caso, la idea fue que los turistas no entorpecieran el siempre acelerado paso de los que trabajan en Nueva York pero, de cualquier manera, no fue más que una broma de este grupo. Por lo que se ve la idea fue copiada por alguien en Barcelona y, vista la repercusión que ha tenido en periódicos catalanes y en la red, al menos ha llamado la atención de unos cuántos…
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08 Ago 2014 - Turismo, Turismo responsable, Viajes
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