Llega la primavera y con ella la época del año clave para que cualquier tipo de huerto, urbano o no, coja forma para en los próximos meses podamos recoger una buena cosecha en forma de verduras, hortalizas e incluso frutas. En mi caso, todavía seguimos disfrutando de las acelgas al igual que durante todo el invierno y, junto con lechugas de todo tipo, la rúcula o la escarola (que se dan bien durante todo el año) y una buena cosecha de rábanos que llegará pronto, ya estamos preparando nuestro huerto urbano para lo que serán las hortalizas o verduras que coparán todo nuestro esfuerzo los próximos meses. Ya hemos trasplantado planteles de cuatro tipos de tomate (de ensalada, raf, de pera y de ramallet, una variedad autóctona de Mallorca), dos tipos de pimientos, dos calabacines que están creciendo muy rápido, dos hileras de zanahorias y también hemos plantado varias semillas de pepinos en una hidrojardinera que, gracias a la humedad, también han germinado y están tirando muy rápido. Todo ecológico por supuesto. Ya lo he dicho en alguna ocasión, pero lo vuelvo a repetir: esto del huerto urbano engancha y lo recomiendo a todo el que pueda. No hace falta un gran espacio, los huertos verticales también son una solución para quién no tenga una azotea ni un balcón ancho. Aquí os dejo un par de consejos básicos que me ha dado Manel Font de Ecohortus, de quién estoy aprendiendo mucho y espero aprender mucho más, para empezar a planificar uno. Está en tus manos… ¡tú mismo!
1) Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de planificar y estudiar la viabilidad de un huerto urbano es su ubicación. Lo ideal es tener una brújula y ver donde queda el norte y el sur, trazando además una línea imaginaria de lo que será la trayectoria del sol de este a oeste. Nuestro huerto, ya sea vertical u horizontal, debe estar orientado hacia el sur y recibir el mayor número de horas de sol al día, mínimo seis en verano. De nuestra intervención dependerá en buena medida el microclima que se genere en nuestro huerto. Si esta cantidad de sol no es posible en nuestra casa, también tenemos la opción de volcarnos en cultivos de invierno que requieran de menos sol o mayor humedad.
2) La planificación del espacio también es fundamental. Lo primero que debemos hacer es proteger el huerto por el norte, que es por donde entran los vientos más fríos, especialmente en invierno. Lo ideal es hacerlo con una rejilla o celosía, que permita entrar algo de aire por los huecos. El espacio debe ser lo más diáfano posible, para poder transitar por él sin problemas, todo sin causar mayores molestias a los vecinos, sobre todo en el caso de azoteas compartidas como en mi caso. En cuanto al sustrato, lo ideal es utilizar humus ecológico producido por vermicompostaje (de lombriz) mezclado con fibra de coco y, por supuesto, semillas o planteles ecológicos que nos aseguren una producción sana y de calidad.
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