Una de los principales retos a los que desde siempre se ha enfrentado el sector turístico en España es acabar con la estacionalidad de nuestro modelo. Tal vez exceptuando a Canarias, que goza de un clima más moderado y casi primaveral durante todo el año, el resto de los principales destinos nacionales dependen una temporada alta, que va desde marzo a octubre, en el mejor de los casos. En los meses invernales la ocupación cae, cuando los hoteles no echan el cierre durante unos meses, para salvaguardar así el llamado umbral de rentabilidad. Con el hotel cerrado no hay gastos que cubrir y, por tanto, da igual que no haya turistas. Para paliar esta desproporción, desde todos los rincones de España se han tratado de implementar políticas y campañas con el objetivo de alargar la temporada turística al máximo, no siempre con el éxito deseado. Pues bien… lo que no han conseguido algunos de los mejores departamentos de marketing parece que va a conseguirlo un invitado que, no por esperado, parece que se le vaya a tener en cuenta: el cambio climático. Según Sergio Alonso, catedrático de Meteorología de la Universitat de las Illes Balears y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU, todo indica que las variaciones de temperatura que se van a comenzar a observar harán que en Baleares y España en general haya menos clientes en verano, pero más el resto del año.
Según Sergio Alonso, que acaba de completar un estudio en donde se relaciona la influencia que tendrá el cambio climático en el turismo, si varía el tiempo de una zona por medio de cambios en las temperaturas o en las condiciones ambientales, la oferta que un turista puede encontrar también se modificará. Todo indica que esto será consecuencia socioeconómica que sumar a todas las que tendrá el cambio climático. En general, habrá menos días óptimos para el turismo potencial debido al exceso de calor pero, por el contrario, habrá más días aceptables porque aumentarán las temperaturas en invierno y en primavera. Algunos verán una oportunidad de negocio donde hay un problema muy grande, que puede afectar al sector turístico de raíz. En este sentido, después de la agricultura y la pesca, se estima que el turismo será el sector más afectado por los cambios climáticos en curso y así será durante los próximos 50 años.
Cada destino turístico tiene un componente relacionado con el clima y sería de locos pensar que no es así. Cualquier mínima variación afectará en mayor o menor medida y, además, hay que tener en cuenta otra cuestión: la incidencia de la propia actividad turística en los procesos de cambio climático. Los desplazamientos en avión y los transportes en generales son uno de los principales causantes del aumento de las emisiones de CO2 y, por otra parte, están implícitos a la naturaleza misma que conlleva una actividad turística. El sector turístico depende del factor movilidad, coches, autobuses, aviones, además de frecuentemente aire acondicionado, por lo que se ha convertido en una gran fuente de gases de efecto invernadero. De hecho, supone ya de largo un 5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono.
El cobro de una ecotasa turística es una solución que ya se ha planteado en numerosas ocasiones, por parte de algunos destinos como fue el caso en su día de Baleares, con el objetivo de paliar este efecto. Pero habría que ir más allá y plantearse una solución estructural: con el barril de petróleo subiendo como la espuma por las revueltas en el norte de África, la insostenibilidad coste-emisiones de los desplazamientos de avión, sobre todo de larga distancia, está fuera de toda duda. El turismo de proximidad, con desplazamientos que conlleven una huella ecológica inferior, se vislumbra como una posible salida, aunque la cultura de viaje por todo el mundo tal vez esté ya demasiado arraigada. Vamos a pasar de 170 millones de llegadas turísticas internacionales a las costas, en 1971, a las 1600 millones en 2020, según estimación de la OMT: ¿se puede crecer de esa forma sin tener que pagar una factura demasiado alta? El debate está servido desde hace bastante tiempo, pero probablemente no se le está dando la importancia que se debería.
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