Ha pasado una nueva edición de Fitur y parece que las cosas siguen donde estaban. Mis sensaciones son contradictorias, ya que si bien es un marco que te permite verte con mucha gente, la impresión general es que es una feria que no evoluciona, que está estancada. Falta innovación e ideas nuevas. No puede ser que en la era de las nuevas tecnologías, se sigan desperdiciando toneladas de papel en forma de folletos. No sólo eso, faltan mesas de contratación, workshops especializados, sesiones de networking, ventanas para emprendedores… Fitur debería evolucionar con las necesidades del sector e incluso del viajero. Hoy en día nadie va a decidir sus vacaciones por un stand mejor o peor montado. Las experiencias, las sensaciones o los atractivos de un lugar no se transmiten en una feria.
¿Y qué decir del turismo responsable? Son ya muchos años en los que se echa en falta una apuesta decidida por un marco en dónde se den visibilidad a nuevas perspectivas, proyectos e iniciativas vinculadas con un turismo más responsable y sostenible. Entendiéndolo como un modelo de gestión que debería ser transversal al sector, no cómo un nicho de mercado en dónde poder competir. Fitur Green sigue siendo a grandes rasgos un escaparate de soluciones de eficiencia energética para hoteles y el seminario organizado por Koan y el Centro Español de Turismo Responsable, prácticamente el único evento en dónde sabes que vas a escuchar ideas con las que sentirte identificado.
La edición de este año, además, ha girado en torno a la perspectiva de la comercialización del turismo responsable, con la participación de Agrotravel y Rutas Pangea. Una necesidad mayor si cabe en los tiempos que corren. No vale con plantear un buen proyecto, ni con sentar las bases para una actividad respetuosa con los recursos, que ponga en valor la riqueza sociocultural o etnográfica de un territorio, planteado de manera que sea una oportunidad de mejora socioeconómica para la población local y las comunidades de acogida. No estoy pensando en destinos remotos, porque esta lógica también se puede aplicar en nuestro ámbito más cercano. Muchas buenas iniciativas, normalmente pequeñas y modestas, a pesar de poner buenos cimientos, se quedan por el camino. Entre las causas está en muchas ocasiones la falta de experiencia de sus promotores, en el caso de comunidades dedicadas a otras actividades, en otros casos directamente se trata de un problema de falta de conocimiento del público al que nos dirigimos… ¿qué demanda el viajero concienciado?
Sea como sea, todo ello repercute a la hora de comercializar y comunicar un proyecto turístico de esta índole. Más si cabe si tenemos en cuenta que vivimos un momento de sobrecompetencia, en dónde además proliferan supuestos proyectos de turismo sostenible o ecoturismo que en realidad son más lavado de cara que otra cosa. En el seminario de Fitur salieron algunas ideas que me parecieron muy interesantes y en las que merece la pena incidir. Cómo por ejemplo, el turismo responsable planteado no como un segmento, sino como un una tribu formada por un perfil de turistas que responde a motivaciones similares. Un tipo de viajero que busca con responsabilidad compartir experiencias auténticas a la vez que disfruta, esa es el fin y al cabo la motivación última a la hora de viajar. El cliente puede ser, en este contexto, el primer prescriptor de un proyecto de turismo responsable.
Otra idea interesante es que los canales de comercialización convencionales no sirven para el turismo responsable. Una máxima que probablemente también se pueda aplicar a Fitur y todo lo que ello supone: si hablamos de un marco convencional, que no evoluciona, probablemente no sirva para las necesidades de comunicación del turismo responsable. Un producto innovador, una huella experiencial o los lazos emocionales que se crean en un viaje en contacto directo con la realidad local de un destino, difícilmente se transmiten en una feria de este tipo. Por el contrario, hay que saber implicar al cliente satisfecho en la comunicación del turismo responsable y recurrir a redes o a canales cortos y especializados de comercialización, eliminando intermediarios y procurando el máximo beneficio para la comunidad de acogida. La población local es, en definitiva, uno de los principales activos del turismo responsable, cuya estrategia de desarrollo se debe basar en tener un buen producto, teniendo en cuenta obviamente al perfil de público al que nos dirigimos.
Muy buen artículo! ¡Felicidades!
No estoy de acuerdo con el principio del artículo, si bien me considero una persona en pro de la tecnología y la modernidad, considero que se debe de entender quienes son los clientes más importantes de los que nos dedicamos a la venta de servicios turísticos, Por ejemplo, mis mejores clientes son las personas mayores de 45 años, es decir, es gente que no esta muy metida en la tecnología, y que todavía aprecia mucho la ayuda de un agente de viajes en un clásico stand con folletos y todo lo demás. La tecnología es genial, pero el poder se lo asignamos nosotros. En unos años más, estoy de acuerdo que no habrá otra forma de acercarse a los mejores clientes, cuando los jóvenes de la generación Facebook se conviertan en padres de familia. Estoy de acuerdo con «renovarse o morir», pero hace falta un buen estudio de mercado para dejar atrás las viejas costumbres de los mejores clientes. Saludos
Totalmente de acuerdo.
Un modelo obsoleto donde las autoridades de turno dilapidan los presupuestos de promoción turística con dudosos resultados, a mi parecer. Tenia sentido en la era del fax, pero hoy día no aporta nada nuevo.