La XXX edición de la Feria Internacional de Turismo (FITUR) cerró el telón ayer después de cinco días de más de lo mismo y poca originalidad. Creo sinceramente que el sector turístico tendría que hacer un ejercicio profundo de reflexión y autocrítica, preguntándose hasta qué punto son provechosos eventos de este tipo. O mejor dicho, preguntarse si no sería posible alcanzar los mismos objetivos con mucho menos derroche económico. Desde luego que si… Con todo, los modelos tradicionales se han impuesto por goleada y ha sido bastante difícil ver propuestas que se salgan de lo habitual. El turismo responsable y sostenible, en este sentido y por desgracia, aún sigue siendo un solitario islote en medio del gran océano del turismo convencional.
España, un destino que, sólo contando al turismo extranjero, recibe más de 50 millones de visitantes al año, tiene que liderar un cambio de modelo dentro de la promoción turística. He tenido la suerte de poder hablar con responsables de marketing o comunicación de bastantes comunidades autónomas, varias de ellas bastante importantes, y es curioso observar como todos coinciden en los mismo: todo el mundo se queja de Fitur, todo el mundo se queja del derroche que supone Fitur, todo el mundo pone en duda la rentabilidad de acudir a Fitur, pero al final todo el mundo va a Fitur… y si puede ser con un despliegue de medios superior al del año anterior, mejor que mejor. ¿Por qué esta contradicción?
Fitur sirve principalmente para hacer contactos, ya que se concentran en un mismo lugar destinos, proveedores, intermediarios y todo tipo de empresas relacionadas con el turismo, con el ocio y con los viajes. Puedes poner cara a gente con la que normalmente no puedes tratar en persona, alcanzar acuerdos de colaboración y vender tu empresa o destino mejor que en condiciones normales. Hasta aquí todo perfecto. El problema te lo encuentras cuando ves que muchos stand se parecen más a una fiesta que a otra cosa. Cuando ves un ir y venir de políticos de toda clase y categoría, con el único objetivo de salir bien en la foto y, en muchos casos, con un conocimiento del sector turístico más bien escaso. Y eso sí, cualquier bar lleno a todas horas y con un curioso síndrome endogámico difícil de explicar: los aragoneses acaban en el stand de Aragón comiendo comida aragonesa, los canarios acaban en el stand de Canarias comiendo comida canaria, los extremeños acaban en el stand de Extremadura comiendo comida extremeña… y así sucesivamente.
La cuestión es que en ECOTUMISMO quisimos aprovechar la oportunidad de aportar nuestro granito de arena a nuestra causa y estuvimos presentes el miércoles en el Panel de Turismo Responsable. Allí se expusieron algunos buenos proyectos y, sobre todo, ideas muy a tener en cuenta sobre los valores que deben impregnar el turismo como motor de desarrollo de las culturas y no como un elemento colonizador y destructivo. Tenemos una sorpresa guardada que daremos a conocer muy pronto, aunque quizás la única pega de la jornada es que seguramente la sala en donde tuvo lugar la jornada puede que sea la más pequeña que hay en todo el IFEMA… y mira que es grande el recinto ferial y hay espacios suficientes para hacer actos de este tipo.
Es probable que de haber contado con una sala mayor, la afluencia hubiese sido aún mayor, pero las conclusiones no pueden ser más que positivas. No tan positivas como Fitur Green, un área expositiva para proveedores de tecnologías aplicadas al ahorro energético en los hoteles y publicitada a bombo y platillo por Fitur, la Organización Mundial del Turismo y el Patronato de Turismo de Madrid (co-organizadores). El espacio estaba, literalmente, en la última esquina del último pabellón, y la cosa se reducía a unos pocos stands sin mucho atractivo reseñable. Lo cierto es que más de uno de los que por allí pasaron, se habrán ido con la impresión de que el turismo responsable y sostenible sigue siendo un solitario islote en medio del gran océano. Eso sí, ellos han quedado súper bien y han dado el pego de promocionar lo sostenible. En fin, por encima de lavados verdes y ventas de humo, en nuestras concienciadas manos está la posibilidad de que la percepción cambie, no desaprovechemos la oportunidad.
Este artículo deja bien claro lo mal que lo han venido haciendo nuestros gobernantes, en este caso, los insulares. Bien patente queda que lo importante es la foto, el hacer que hago, para no hacer nada, pero eso si, cobrar bien es lo que prima.
Creo que el turismo, en las facetas que conocemos, ha dejado de ser un filón de oro, al amparo del cual, muchos señores, incluido políticos, unos en la calcer y otros fuera aún, hicieron su particular Agosto. Lamentablemente la razón era verde y se la comió una cabra.
Bien, muy bien por este artículo que si fueramos conscientes, nos llevaría a la reflexión para darnos perfecta cuenta de la masacre que hemos » han «hecho, pues el pueblo llano, lo unico que aprobechó del filón fué un puesto de trabajo que hoy desgraciadamente NO EXISTE