Llega septiembre y además de la vuelta al cole, también es hora de hacer balance de la temporada turística veraniega. Si bien a nivel general son muchas las voces que hablan de una cierta recuperación de los niveles de llegadas y pernoctaciones anteriores a la crisis, el turismo rural parece andar por su cuenta. Llegado el momento de reflexionar, siempre se suele recurrir a las cifras comparativas entre el año en curso y los anteriores cuando, en el caso del sector turístico rural, es algo que no viene de nuevas y cuya solución requiere de una compleja salida. Desde hace años la oferta en España crece de forma exponencial, mientras que el número de pernoctaciones ya no es que no lo haga al mismo ritmo, sino que incluso desciende. No hace falta ser matemático para darse cuenta de que esta es una ecuación de solución imposible, más que nada porque en términos turísticos son bien sabidas las consecuencias: guerra de precios, competencia feroz y atomización de opciones. Durante años han proliferado casas rurales por toda la geografía española en busca del trozo de un pastel que parecía no tener límite, pero ese mismo pastel no da para todos y la cuestión es saber hasta cuando aguantará.
El tema es simple: en 2001 había 5.000 casas rurales en España y a día de hoy hay 15.500 censadas en el Instituto Nacional de Estadística. Mientras el número de casas rurales ha crecido exponencialmente el triple en estos diez años, las pernoctaciones no lo han hecho al mismo ritmo, lo cuál sería lo ideal para que el sistema no entrase en coma. Por el contrario, en estos nueve meses de 2011 se han registrado un total de 3.847.000 pernoctaciones, un 3,17% menos que en el mismo período de 2009, anterior a la situación general de crisis económica. Ante esta saturación de la oferta, la conclusión es que la demanda está respondiendo a trompicones, con un mercado nacional que parece resentido por la recesión y el internacional que no termina de ver en España una buena opción para practicar turismo rural. Esto se ha debido, en buena medida, a que la multiplicación ha llevado consigo una difuminación del concepto de lo que debe ser practicar turismo en el medio rural. Más que una simple oferta de alojamiento, como ha hecho la gran mayoría de estos neo-rurales, el turismo rural debería conllevar una especial sensibilidad por la naturaleza y sus recursos, pero también un respeto y protección hacia las tradiciones y cultura que le dan la razón de existir al entorno que tiene a su alrededor.
No quiero parecer un gurú en la materia, pero la situación va a tener que romper por algún lado y, como suele pasar con cualquier crisis o situación límite, sólo sobrevivirán los más fuertes o los más capacitados. Al final, la experiencia es un grado y uno de los mayores problemas del sector es que hay mucha gente que ha terminado dentro sin tener la menor idea de lo que implica vivir en el medio rural, ya sea propietario de una casa o en términos de una iniciativa promocional o comercializadora. En este sentido, el turismo rural debe ser un complemento y un instrumento de mejora socioeconómica del mundo rural, no una actividad independiente y sin conexión con su contexto. Se puede incidir en la necesidad de abrir la puerta a las nuevas tecnologías, a las redes sociales, las reservas online, a la promoción conjunta o a los sistemas de calificación homogéneos, pero para mí al final quedará una realidad: el que sepa o haya sabido ver que parte de la experiencia consiste en valorizar la vida rural en sí, sufrirá mucho menos que el que haya pretendido crear una establecimiento rural de espaldas a la realidad. Seguramente el tiempo irá poniendo las cosas en su sitio.
Una de la razones por las que hay censadas tantas casas Rurales en España fue por las ayudas que se daban. Se de un caso de una persona que había heredado una gran casa en un pueblo de Galicia, la casa estaba bastante maltrecha y decidió hacerla casa rural, pero su intención no era tal, si no recibir las ayudas para poder pagar parte de las reformas, esa casa está dada de alta como alojamiento rural, pero esta persona puso unos precios bastante elevados con la intención de no tener clientes, y por lo tanto no tener que trabajar, y si tenía algunos pues ganarse un buen pico.
Esto es lo de siempre, se da dinero sin tener un control, los más listo se lucran y los que realmente lo hacen porqué querían trabajar el turismo rural, se ven afectados.
Creo que el gobierno debería hacer una auditoría extensa sobre a quien se le dió ayudas, como las utilizó, que servicio esta dando.
En Argentina debemos estar atentos para no repetir modelos europeos que como demuestra la nota son poco exitosos.
A veces vale la pena recordar que la abundancia no es el éxito. El verdadero éxito está en la sostenibilidad de los emprendimientos a lo largo del tiempo.
También debemos recordar que el turismo es una actividad muy sensible a los cambios externos y debemos ser creativos para sufrir lo menos posible.
es más sano ver al turismo como herramineta de diversificación de las actividades tradicionales del medio rural y no como una actividad en sí misma. Quienes sólo se dediquen al turismo utilizando el medio rural como una fotografía de fondo para un lindo hotel moderno tendran más inconvenirntes para soportar este tipo de crisis porque en escencia son iguales que los hoteles de sol y playa pero en un entorno diferente…
[…] Queremos compartir esta interesante reflexión que hacen nuestros amigos de Ecotumismo. El turismo RURAL ha dado la espalda a la realidad del mundo RURAL. ¿Estáis de […]
Totalmente de acuerdo Javier. Me ha gustado mucho el comentario de Alejandra , «el medio rural como fotografía de fondo», muy bueno.
JAvier,dado el interés del post y puesto que sois miembros de www,participacionruralviva.ning.com ¿podéis y queréis compartirlo? gracias