Hace unos días el Gobierno alemán, en boca de su canciller Ángela Merkel, anunció un inminente y durísimo plan de ajuste económico, en la línea de otros países europeos como Reino Unido, Francia, Italia o España. Sin entrar a valorar la idoneidad o no del momento o el enorme calado de esta dichosa crisis en el plano internacional, si que nos vamos a detener en una de las medidas acordadas: Alemania encarecerá a partir de 2011 el transporte aéreo con un nuevo impuesto “verde”, que ya ha suscitado muchas voces discordantes dentro del país germano y, como no, también en los destinos españoles que dependen en gran medida del mercado alemán, como son Canarias y Baleares.
La cuestión no trae nada nuevo, en el sentido de que siempre que se han implantado o tratado de implantar medidas de este tipo, el sector siempre se ha opuesto rotundamente. Yo soy de los que ha defendido su implantación pero, en este caso, la medida está claro que viene por una necesidad recaudatoria y meramente económica, no como una verdadera herramienta de protección medioambiental. Y como siempre, pagarán los mismos…
La tasa aérea se comenzará a implantar en 2011 y es similar a otra que ya se aplica en Reino Unido: la Air Passenger Duty (APD). Un impuesto que, por cierto, ha sido de las primeras cosas que David Cameron, nuevo premier británico, se ha encargado de revisar, en ese afán de rodillo apisonadora que le entra a casi todos los políticos, una vez que toman un nuevo cargo, con respecto a las decisiones tomadas por sus predecesores. Pues bien, el nuevo Gobierno de coalición entre conservadores y liberales del Reino Unido plantea eliminar la Air Passenger Duty (APD), que pagan todos los pasajeros que vuelan a /desde el Reino Unido, y sustituirlo por un pago único por avión, en concepto de tasa medioambiental. De momento no se han dado más detalles y queda por saber exactamente a que se refiere y quién efectuará este pago único.
En el caso de Alemania, en principio, la idea es cobrar una tasa en función de los kilómetros recorridos. Lo que no cuadra mucho es que se tome la medida ahora que la crisis aprieta, la deuda pública engorda y hace falta recaudar dinero hasta debajo de las piedras, para que los dichosos mercados especulativos se calmen. No sé yo si los 1.000 millones de euros que se esperan recaudar con la tasa se destinarán a proteger el medioambiente y, sobre todo, a labores de concienciación, que buena falta nos hace, pero la verdad es que tengo mis serias dudas.
Y los que ponen el grito en el cielo, como la Asociación de Aerolíneas Europeas, el conseller de Turismo de Baleares o la súper consejera de Turismo de Canarias (Rita Martín, para aquellos que no conozcan sus superpoderes…), decirles una vez más que no creo que al viajero concienciado y respetuoso le importe pagar un pequeño porcentaje por su billete de avión. Por el contrario, se molestará y se indignará el que directamente le resbala el tema. En cualquier caso, la cuestión es que, una vez más, la crisis la van a tener que pagar los que menos culpa tienen de sufrirla… y encima con el disfraz de la protección al medioambiente, que siempre queda más bonito que decir que se congelan las pensiones o cualquier otro tipo de gasto social.
Tanto es el revuelo que se ha montado, que hasta el siempre omnipresente Nicolás Sarkozy, presidente de Francia, no se ha podido reprimir y ha entrado al trapo: “Este tipo de gravamen nos conduce de vuelta a la recesión”, ha espetado Sarkozy, añadiendo que el impuesto medioambiental sobre los pasajeros que toman un avión en aeropuertos alemanes “será, probablemente, inaplicable”. Ahora sólo nos queda esperar…
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13 Dic 2016 - Ecología