La historia está llena de utopías que, en el momento de su formulación, parecían imposibles de realizarse, pero que luego se han convertido en la primera piedra de grandes revoluciones y cambios de pensamiento. Aún así, podría parecer que la filosofía del Movimiento Slow Food promueve algo utópico, pero nada más lejos de la realidad. Para Carlo Petrini, su fundador, el «comer es el primer acto agrícola» y todos comemos todos los días, ¿no es cierto? En Ecotumismo defendemos que está en nuestras manos cambiar el rumbo de las cosas y esto no es una excepción: Slow Food propone una revolución dulce, alegre, sin agobios, que valore el trabajo campesino y en donde, por encima de todo, «la decisión personal de cada uno de nosotros, a la hora de comer, puede cambiar el mundo».
Para que esta revolución tome cuerpo, Slow Food ha creado entre otras cosas una red de restaurantes llamados km0, cuya idea es promover que se compre directamente al productor, para valorar de forma justa su trabajo y enriquecerse mutuamente. Entre otros aspectos, algunos requisitos indispensables para entrar a formar parte de esta red son el uso de ingredientes que recorran un máximo de 100 kilómetros desde su lugar de origen o producción hasta el restaurante (para ayudar a la reducción de emisiones de gases invernadero en la atmósfera), el empleo del mayor número posible de ingredientes ecológicos, la total oposición al uso de ingredientes genéticamente modificados o transgénicos y la promoción de la gestión de residuos para su correcto reciclaje.
Con ello, según Petrini, se pretende alcanzar dos objetivos fundamentales. El primero es el refuerzo de la economía local, tan castigada por la globalización y las prácticas capitalistas. Dando valor al campesino y al productor, y fomentando que se valore su trabajo de manera justa, se promueve la democratización de una agricultura de territorio, cercana, vinculada a los valores y tradiciones de una determinada región. Para el fundador de Slow Food, «la clave es trabajar por la identidad verdadera de los pueblos, por la diferencia, en definitiva, por la biodiversidad».
Lo bonito, en este sentido, es que precisamente haya diferencias, que una semilla que se puede dar bien en un sitio, no se de en otro… o que un territorio mantenga su propia idiosincrasia, por encima de cuestiones productivas en el caso de la agricultura y la alimentación, o por ejemplo en el caso del turismo, por encima de atraer al mayor número de turistas posible, haciendo pueblos, ciudades y destinos a medida del turista raso, sin diferenciarse apenas uno de otro. ¿Habéis probado a daros un paseo por la avenida marítima de Sitges, de Benalmádena, de Benidorm y de la Playa de las Américas en Tenerife? En este caso, la comparación no será odiosa porque parecen todas sacadas de la misma calcomanía…
El segundo objetivo que persigue Slow Food es trabajar por la recuperación de la biodiversidad en el planeta. ¿Sabían que la humanidad ha perdido en los últimos 90 años el 70% de la biodiversidad mundial? En algunas regiones de Sudamérica, por ejemplo, se daban hasta 2.000 variedad diferentes de patata, muchas de las cuáles se han perdido. Por esta razón, se trabaja en la recuperación de semillas que habían sido seleccionados durante siglos por el hambre, por sus especiales características para adaptarse a las condiciones de un lugar, y que la agroindustria intensiva ha terminado por aniquilar. Y no sólo eso, sino también especies de animales en peligro de extinción debido a la explotación ganadera. Son los llamados productos del Arca del Gusto Slow Food.
Con todo, la principal conclusión que podamos extraer es que el cambio es posible y, como solemos decir, está en nuestras manos, con pequeños gestos, cambiar el sistema preestablecido. ¿Cómo? Pues cuidando nuestros hábitos alimenticios y nuestra cesta de la compra. Existen cooperativas de agricultores que te llevan cajas de frutas y verduras directamente de la huerta a tu casa. En todas las ciudades hay mercados en dónde es fácil, y no mucho más caro, comprar productos frescos y locales. Déjate llevar por lo que tu abuela ha hecho siempre y apuesta por la temporalidad de los alimentos: hay frutas que son de una temporada concreta y qué bien que saben además. Se trata de una revolución posible, sana y alegre, porque comer bien sienta bien y nos pone de buen humor. Está en nuestras manos… ¡al ataque!
Ecotumismo te recomienda
El proyecto LASOS: la necesidad de generar espacios de acción colectiva hacia una isla de Tenerife más sostenible y autosuficiente
14 Dic 2016 - Ecología
Reiniciando el planeta desde CONAMA 2016
13 Dic 2016 - Ecología
Al planeta Tierra no hay que darlo por perdido
17 Ago 2016 - Ecología
[…] This post was mentioned on Twitter by walkiria ribeiro, Manu Casdeiro, Decrecimiento, DIRURIKGABE ELKARTEA, ECOTUMISMO and others. ECOTUMISMO said: “La decisión personal de cada uno, a la hora de comer, puede cambiar el mundo” http://bit.ly/dy5KS9 […]