Ya hemos hablado en Ecotumismo del Slow Travel, una filosofía de turismo responsable que aboga básicamente por tomarte tu tiempo a la hora de viajar. Frente a paquetes organizados y viajes enlatados en donde el único objetivo es estar en cuantos más sitios mejor, se trata de viajar sin prisa adentrándote en la realidad y en el entorno que visitas. Una dimensión romántica y filosófica del viaje para descubrir nuevas realidades, costumbres que te enriquezcan y conociendo palmo a palmo el lugar que visitas. Para que la filosofía Slow Travel entre en acción, además de una indiscutible actitud y buena predisposición por parte del viajero, hace falta una apuesta decidida por parte del propio destino. El territorio a visitar debe apostar por poner en valor su identidad y su patrimonio natural o cultural, para conjugar así una atmósfera perfecta. Bajo estos parámetros, a veces pensar en practicar un turismo slow implica pensar automáticamente en lugares concretos que se te vienen a la mente como por arte de magia. Sin duda, la isla de La Palma en Canarias es uno de esos lugares y, por eso, no me ha sorprendido en absoluto que quieran potenciar la filosofía slow en el turismo.
Para el que no la conozca, basta saber un dato: a La Palma la llaman “la isla bonita”. Yo, que soy canario, puedo dar buena fe de que el dicho no se queda corto. En La Palma se conjugan diferentes cuestiones que la convierten en una isla única. En La Palma se registran las mayores precipitaciones de todo el archipiélago canario, es una de las islas más montañosas del mundo, posee una riqueza en biodiversidad fascinante, con el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente como estandarte, unos paisajes espectaculares en donde el verde se funde con la lava volcánica y una cantidad altísima de endemismos y variedades autóctonas. Junto con Tenerife, La Palma puede presumir de uno de los cielos más despejados y con mejor visibilidad del mundo para contemplar el cielo y las estrellas. Un lugar de alto valor ecoturístico, botánico, vulcanológico, geológico, astronómico y arqueológico.
Si a eso sumamos la tranquilidad y el carácter abierto y hospitalario, tanto del entorno como de sus propios habitantes, sin duda que en conjunto puede suponer el contexto perfecto para posicionar la isla como un destino ideal para la práctica del turismo slow. Un viaje sin prisa y sostenible, que ponga en valor toda esta riqueza y que sirva como referencia para otras islas o territorios, en donde los impactos negativos del turismo de masas son difícilmente remediables a estas alturas. En este vídeo, María Novo (escritora, poeta, artista plástica, titular de la Catedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible y autora de los libros «Despacio, Despacio» y «Donde no habite el miedo»), habla de su experiencia en contacto con el turismo slow en La Palma.
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