A Cabo Polonio, lejos de llegar por casualidad, se arriba por convicción. El Cabo es un lugar extremo, expuesto, de una belleza rotunda y veraz, habitado por colonias de lobos marinos y un puñado de inconformistas, que entienden que los pulsos de la vida no comulgan con el latir de la gran ciudad.
El faro del Cabo gobierna solemne sobre un roquedal, separando dos playas y, con ello, dos mundos. Al extremo norte de la playa septentrional, luce el más hipnótico de los paisajes, conformado por kilómetros y kilómetros de enormes dunas móviles que van a morir al mar.
En el Polonio no hay saneamientos ni agua potable; tampoco energía eléctrica, salvo en el faro, cuyas haces emiten la cuasi única luz en la noche del lugar. Los habitantes se las arreglan con grupos electrógenos, placas solares, incluso electrodomésticos a pedal y otras artimañas, venidas de ese ingenio saludable que brota cuando estamos lejos de la copiosidad.
Con la caída del sol el paisaje se revierte. A merced de la escasez lumínica, si la noche viene despejada, veremos un manto infinito de estrellas que llegará hasta el horizonte. Si estamos de suerte y en temporada, las noctilucas nos regalarán un paisaje de aguas luminiscentes, a modo de aurora boreal de los océanos.
Sin lugar a dudas, como bien dicen Laura y Rubén, el Planeta Polonio constituye una dimensión paralela, un lugar para el turismo inhóspito y zen. Esta joven pareja, con mucho mimo y dedicación, paciencia infinita y un incuestionable saber hacer, han ampliado su hogar hasta convertirlo en posada, una de las más hermosa y acogedoras del lugar.
La Posada de Los Corvinos, también conocida como La Casa Rosada, es un lugar rústico pero auténtico, donde puedes acurrucarte junto a la estufa de leña, dormitar en una hamaca o escoger un libro de entre el sinfín de publicaciones que conforman su gran biblioteca (también abierta al público). Si además te aventuras con el deporte astro, no dudes en consultarle a Rubén, que tiene una escuela de Surf en el Cabo.
En la Casa Rosada no faltan ni la ludoteca, ni los instrumentos musicales, ni el hornito de barro ubicado en su acogedor jardín floreado. Como colofón, puedes ducharte rodeado de un vergel bajo las estrellas, en un baño complementario al aire libre con agua calentada por el sol. Las habitaciones son tan cálidas como confortables. El lugar es sencillamente perfecto y el ambiente distendido y afable, gracias a la hospitalidad y simpatía de sus anfitriones.
La Posada se encuentra en perfecta simbiosis con la naturaleza del lugar. Como estandarte y bandera de este hospedaje de cuento, respetar los ciclos naturales del medio. La energía utilizada proviene de placas solares; el agua de lluvia es recogida y reutilizada, su gasto minimizado y aprovechado al milímetro. Con los desechos orgánicos se genera compost, que sirve de alimento tanto a plantas como al pequeño huerto orgánico del hogar. El consumo de gas es mínimo, también el número de aparatos que necesitan suministro eléctrico. Todo se recicla o reutiliza… y es que nada en La Posada de los Corvinos y en el Cabo Polonio, queda abandonado a su suerte o azar.
Cabo Polonio, un planeta paralelo de paisaje extraordinario. El destino de entre los destinos, el lugar definitivo al que acudir para resucitar.
- Posada de los Corvinos
- Playa dela Calavera (Departamento de Rocha, Uruguay)
- www.cabopolonio.com
- vientodobien@gmail.com
- Tlfno: (00 598) 098 565 966
- Escuela de Surf
- www.poloniosurf.com
Una mirada fresca , sensible y profunda del magnífico Cabo Polonio…
Gracias por revivirmelo de una forma tan linda y fluída…!!!
Gracias a tí Paola por la generosidad de tus palabras. Un abrazo
Estuve en diciembre del 2013 y es un lugar encantador, muy bonito y natural y las personas que lo atiende son encantadoras. Volvería a repetir sin duda.
Estuvimos con mi esposo en posada de los corvinos en pleno invierno de Junio creo de 2011, por 6 noches, simplemente in-su-pera-ble, no queríamos irnos.Nos debemos volver