(Fuente: Terra Madre) El Día Mundial de Terra Madre es una idea que, a iniciativa de Slow Food, pretende dar a conocer a través de eventos por todo el mundo, como el que asistimos ayer en Barcelona, una idea: la biodiversidad agrícola no puede ser salvada sin salvar a los agricultores y viceversa. Una comunidad rural no puede sobrevivir sin la biodiversidad que la rodea. Y que nadie se vaya a creer que la biodiversidad es un concepto complejo, abstracto e ininteligible. Al contrario, es la vida misma que tenemos más cerca… los hombres y mujeres, las plantas salvajes y las cultivadas, animales salvajes y domésticos, las lenguas y culturas, los alimentos que consumimos… Los guardianes que rigen por el equilibrio del sistema son los pastores, los campesinos o los pescadores pero, debido a las reglas del neocolonialismo económico en el que estamos inmersos, muchos de ellos corren el riesgo de desaparecer. La agroindustria a gran escala amenaza con llevarse por delante nuestra identidad alimentaria y más vale que hagamos un esfuerzo por salvaguardar los modelos de pesca, ganadería y agricultura más sostenible con la biodiversidad. Es una cuestión de vital importancia.
Para los más escépticos, Terra Madre nos proporciona algunos datos que seguro invitan a una seria reflexión. En el último siglo se han extinguido 300.000 variedades vegetales… y continúan haciéndolo a un vertiginoso ritmo de una cada seis horas. Un tercio de las razas autóctonas bovinas y ovinas se ha extinguido o está en vías de extinción. El 75% de las reservas de peces del planeta, si no se interviene rápidamente, corren el riesgo de perderse… y eso que el pescado es uno de los recursos cruciales para la economía y la subsistencia de las comunidades locales, sobretodo en los Países del Sur del planeta. Lo mismo ocurre con las semillas de maíz y soja por ejemplo, cuyo 90% del mercado está en manos de las multinacionales. Éstas patentan las más productivas, que acaban empobreciendo los terrenos y exigen un potente uso de fertilizantes y pesticidas. Es la pescadilla que se muerde la cola.
El caso del maíz es bastante significativo y referente. A partir de la primera planta selvática de maíz, que producía una manochas de 3 cm máximo y de sabor amargo, los campesinos han ido seleccionando millares de variedades, dulces y sabrosas, a lo largo de los siglos. En América Latina el maíz es amarillo y blanco… pero también puede tener granos rojos, violetas, negros o azules, con formas redondas, alargadas, puntiagudas o achatadas. La mayoría de estas variedades están desapareciendo hoy en día de los campos y, en ese sentido, México es una buena prueba de ello. Se trata del país considerado como la cuna del maíz y, en la actualidad, importa el 40% de este cereal a los Estados Unidos. Tanto en la capital mejicana, como en los poblados indígenas más lejanos, las tortillas y las fajitas están hechas de harina procedente de las poderosas multinacionales americanas.
Lo de la soja no es ni mucho menos mejor. La cantidad de soja que consumen los habitantes de América Latina es ínfima… sin embargo, países como Argentina han comenzado un proceso de concentración a partir de inicios de los noventa, superando los quince millones de hectáreas cultivadas de soja transgénica. Pero, ¿para que tanta soja si luego no la consumen? La respuesta es obvia, pero todavía es mucho peor de lo que parece… El 98% de la producción se destina a la exportación y llega hasta Europa, en donde se utiliza para hacer pienso para animales y conseguir así la carne suficiente para satisfacer el mercado occidental. ¿No se trata esto de una nueva forma de colonialismo económico? Para producir un kilo de carne bovina se necesitan siete kilos de cereales… que son producidos a bajo coste por los países del sur para alimentar los criaderos intensivos del norte.
¿Hasta cuando este desequilibrio? La clave es concienciarnos de que con pequeños gestos podemos ayudar mucho a que comiencen los grandes cambios. Cuando compremos, tenemos que fijarnos en el origen de los alimentos y es necesario que sean lo más local posible. Con acciones así, protegeremos variedades vegetales y razas autóctonas, favoreciendo además la estacionalidad de las mismas. Hay que decir un no rotundo a los monocultivos: no es natural que grandes extensiones se siembren con un solo cultivo. Tenemos que reducir la producción de carne en el norte del mundo, ¡consumiendo menos carne! O al menos consumiendo carne que sepamos de donde procede y que haya sido producida mediante métodos ecológicos. Si nos acomodamos a lo que nos dan y a tener de todo, en gran cantidad, durante todo el año… ¿dónde queda el equilibrio del sistema? Si no comenzamos a reflexionar, nadie lo va a hacer por nosotros.
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17 Ago 2016 - Ecología
[…] More: » TIERRA y ALIMENTO: luchemos por salvaguardar la BIODIVERSIDAD … […]
echadle un vistazo, va circulando por la red, tiene que ver con algunas de las ideas o proyectos de sotenibilidad, ecología,consumo responsable tec, de las que propugnais, aunque también habla de otras, su título TODO ES MENTIRA en http://www.mediafire.com/?rt4dh57jp4orw7u y