Hace ya algunas décadas que la economía capitalista se instauró entre nosotros como algo completamente cotidiano, normal, aceptable y estupendo. Quizás el modelo perpetuado no haya sido ni de lejos uno de los mejores, pero es el que tenemos ahora y del que partimos para cambiar las cosas. Se suele aducir que la economía de mercado es la más eficiente forma de asignar los escasos recursos con los que el mundo económico tiene que pelearse.
A mayor demanda (y con los susodichos productos escasos a repartir) los precios suben para equilibrar ese desajuste entre ofertantes y demandantes. Y a mayor oferta, los precios bajan en el intento de vender más productos ante los mismos demandantes. Pero pueden suceder cosas escalofriantes si dejamos ciegamente que el libre mercado (que resulta que tampoco es libre, sólo es libre para los países ricos y ni eso!) regule esa asignación de recursos sin tener en cuenta otros factores realmente importantes, como el medio ambiente, la justicia, la equidad o el nivel de integración social.
Por ejemplo, podría suceder (y sucede a diario) que un rico puede comprar leche para sus gatos (a través de la demanda que ejerce estando dispuesto a pagar un mayor precio por litro) mientras que un pobre no puede pagar la leche para sus hijos (ejerciendo una menor fuerza en la demanda al poder ofrecer un precio más bajo por litro que el rico). Si un rico puede pagar 1€ por tetrabrick de leche para sus gatos y un pobre sólo puede pagar 0.8€ por litro de leche… ante el libre juego de la oferta y la demanda del sistema de libre mercado, el pobre se quedaría sin leche para sus hijos en beneficio de un par de gatos.
Otro ejemplo aún más espeluznante resultaría de analizar el enorme daño que hemos provocado en los últimos años/décadas a la atmósfera, contribuyendo a su degradación, su contaminación, incrementando los niveles de gases de efecto invernadero, gases contaminantes, agujeros en la capa de ozono protectora para todos los seres vivos… La pregunta del millón es: ¿cuanto vale la capa de ozono? o ¿cuanto vale la salud de la atmósfera? ¿que gobierno, político, institución o quien sea puede poner precio a algo de lo que depende toda la vida? ¿quién sería tan osado de poner precio a cosas gratuitas que estuvieron ahí siempre para nuestra superviviencia y que en pocos años (y justificándolo con unos míseros beneficios en un par de balances y libros de contabilidad) hemos perturbado para siempre?
O el increible caso del ciclo del agua… que siempre es y ha sido la misma en la Tierra… Y que estamos contaminando con nuestros vertidos industriales… para producir miles de chorradas innecesarias que la publicidad ya se encargará de vender. Hay muchas cosas que plantearse para cambiar las cosas, empezando por en manos de quién dejamos nuestra parte de responsabilidad… en manos de qué personajes (que sólo buscan su propio poder y el de su institución/partido/idea) estamos dejando el porvenir de las próximas generaciones…
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08 Mar 2013 - Ecología, Nuestra Filosofía, Reflexiones, Slow Life
Me he tomado la libertad, de reproducir este artículo, con un enlace a vuestro blog, en mi muro fb.
Leandro Sabater Mateu
Espero que no os moleste.
Estamos en la misma lucha.